Aunque el título de esta entrada pueda hacernos reír, la situación es más bien para echarse a llorar.
Con la recién iniciada campaña de declaración del IRPF 2017 (correspondiente al ejercicio fiscal del año 2016), se ha introducido una modificación en la deducción por aportaciones a organizaciones sin ánimo de lucro, de forma que los primeros 150 € donados a una ONG podrán desgravarse al 75 %; a partir de ahí, el resto de lo donado desgravará en un 30 % que, en el caso de que el contribuyente lleve al menos dos años colaborando con la misma ONG, aumentará la desgravación hasta el 35 %. Para personas jurídicas (empresas) subiría al 40 %.
¿Qué significa esto? Pues que si se da dinero a la Iglesia Católica (o bien a otra organización sin ánimo de lucro reconocida por la Hacienda Pública, como Cruz Roja, Save The Children, etc) el Estado te perdona parte de tus impuestos. En otras palabras, si dono a la Iglesia (o a cualquier ONG) el Estado me perdona impuestos por hasta el 35 % de lo donado (40 % a empresas), con lo cual el Estado, con el dinero de todos, está incentivando las donaciones. Pero si quiero o necesito «donar» dinero a mi hijo, por el motivo que sea, tendría que pagar el impuesto de sucesiones y donaciones.
Cómo montártelo divinamente
Supongamos (realmente no es necesario suponer nada) que el Estado acepta que las donaciones a la Iglesia desgraven en el IRPF (como ocurre) y que las cuentas de ésta no se fiscalicen (como tristemente ocurre).
Una forma de ganar dinero a cuenta del Estado sería la siguiente:
- Dono 200 € a la Iglesia pero consigo que me den un certificado por haber donado 1000.
- El estado me rebaja 350 € (400 si soy una empresa) de mi declaración de impuestos.
- Gano 150 € (200 si soy una empresa) por los impuestos que me ahorro y la Iglesia recibe mi donación de 200 €.
- Y aquí paz y después gloria.
Y ahora volvamos a plantear la pregunta:
¿Y si montamos una iglesia?
Desde la Plataforma Laicista de Jerez demandamos la denuncia y derogación del Concordato y los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede, así como todos los suscritos en el mismo sentido con otras confesiones religiosas.